jueves, 26 de enero de 2012

Te sirvo?






























Daniel me invitó a su casa a cenar él prepararía carne tártara y queso fundido. Su departamento era acogedor. Mientras Daniel se instaló en la cocina —y comenzó a preparar la cena—, me invitó a conocer su casa. Recorrí el cuarto, el estudio y el baño. Finalmente me encontré con una puerta pintada de azul. La abrí y entré a un pequeño salón decorado al estilo de un cabaret de los años 30, con las paredes tapizadas con fotografías eróticas. Al costado derecho, había un equipo de fotografía y varios fetiches (látigo negro, zapatos de tacón de aguja, botas altas). En el centro, había un baúl. Observaba los detalles, cuando Daniel entró y me ofreció una copa de vino. “Este sitio es fantástico”, atiné a decir, y enseguida nos entrelazamos en un beso apasionado. “¿Te gusta jugar?”, me preguntó, y afirmé con un gesto. “Te voy a tomar unas fotos. Vístete con lo que más te guste”, indicó, al tiempo que abría el baúl y sacaba varios disfraces que incendiaron mi imaginación: Lolita, enfermera, Gatúbela… y más mucho más! Había un paquete cerrado. Lo abrí. Un disfraz de mucama apareció en mi manos: ligueros negros, cofia, delantal, a juego y guantes de encaje. “¡Quiero éste!”, exclamé. Daniel parecía complacido por mi elección. “Arréglate con calma”, dijo. Me vestí sin prisa; y un rayo de deseo atravesó mi clítoris. ¡Las fantasías me vuelven loca!. Me puse los zapatos del conjunto y regresé a la habitación con las endorfinas burbujeantes. Daniel tenía preparado el escenario: Me senté y empecé a seguir sus instrucciones: “Acuéstate, mírame, desnúdate un hombro, cubre tus pechos, muérdete un poco el labio, extiende la pierna, métela mano dentro de tu tanga, quítate el cabello de los ojos, bájate, date la vuelta”, me ordenaba, detrás de la lente. Las ganas me punzaban en el bajo vientre. Quería traerlo al centro del escenario y lamerlo hasta embeberme de él. “Ya terminamos”, dijo, y me entregó una bolsa oscura, que dejé a un lado. Daniel se sentó encima de mí y clavó la boca en mis pezones, ansiosos de ser lamidos. Bajó su lengua hasta mi sexo húmedo, degustándolo como una fruta jugosa. Apreté con fuerza las piernas para contraer mi vulva y arrastrar su lengua hasta clavarla en mi interior. Mi temperatura subió de golpe y una oleada cálida se extendió por toda mi piel, hasta llegar a un orgasmo intenso y profundo. Daniel se puso de pie y comenzó a masturbarse. Ver su verga crecer entre sus manos, me puso cachonda de nuevo.
Saqué mi vibrador! Mi deseo explotó. Comencé a jugar con él en mi sexo. Jadeante me lo clavñé en mi sexo húmedo y chorreante! Daniel no dejaba de mirarme. Le ofrecí mis pechos desnudos, apretando mis pezones firmes y erguidos. Se corrió abundantemente sobre mí y tuve otro orgasmo, más largo y suave que el anterior. Ahí acostados, viendo las fotos que yo acababa de protagonizar, nos terminamos la botella de vino y cenamos la carne tártara.

1 comentario:

  1. Hola preciosa, claro que me sirves!

    Te mando una invitación, me encantaría que te pasaras por mi red social y compartieras con los mil usuarios tus letras, fantasías, pensamientos...

    www.temptatioon.com búscame, soy pigmalión

    Besos.

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